domingo, 6 de diciembre de 2015 0 comentarios

¿Amor?

Yo no sé de amor. No sé cómo se siente al despertar cada mañana y ver a tu alma gemela abrazada a ti, despeinada y con la mente volando por su mundo de fantasía. Nunca me he sentido ser un todo para la persona que quiero que pase el resto de su vida conmigo. Nunca he planeado un futuro con una persona, ni me he imaginado viviendo en una casa de ensueño con un gato peludo y tres hijos perfectos.
No he llegado a sentir todo ese cariño y amor desbordante hacia una persona, nunca he establecido un vínculo romántico con alguien tan fuerte que se me corte la respiración y se llenen de adrenalina mis venas sólo con verle cruzar el umbral de la puerta. Tampoco sé si se siente así el amor. Pero supongo que debe de ser algo similar.

Debe ser un sentimiento tan intenso que merezca la pena dejar atrás amistades muy especiales por estar con esa persona. Debe de serlo para hacer sufrir a un ser humano simplemente dejando de hablarle porque tu media naranja te lo exija. Debe de serlo para que no te inmutes aun sabiendo que en la otra punta del país, a 500 kilómetros hay alguien que llora cada noche preguntándose qué ha hecho mal, en qué ha fallado para que ya no haya comunicación entre vosotros... ¿no?

Porque sufro. Sufro al ver perdida una relación de amistad de mucho tiempo por simples celos. Sufro porque haya alguien en este planeta tan sumamente egoísta que anule a una persona "a la que supuestamente ama" hasta el punto en que le obligue a cortar de súbito una amistad. ¿Acaso he dado motivos a alguien para esa enfermiza imaginación, ese espejismo de que podría llegar a haber algo más que amistad?
Todo ésto plantea el que por qué es tan difícil de ver una relación no amorosa entre un chico y una chica. El que le tenga mucho cariño a alguien del sexo opuesto no quiere decir que me guste más allá de la simple confraternidad. Ni con alguien del sexo opuesto ni con alguien del mismo sexo. Pasar las 24 horas del día junto a alguien no implica amor en el sentido sentimental, puede que simplemente se aprecie la compañía de la otra persona o que sea como un hermano o hermana para ti.

Quiero a mis amigos, les quiero muchísimo. Les tengo tanto aprecio, respeto, admiración y me siento tan orgullosa de haber conocido a gente así que se me desgarra el alma sólo con pensar que la amistad es un vínculo muy frágil.
He perdido a bastantes amigos debido a causas externas, que no tuviesen que ver con nuestra relación, y aunque se volviese a retomar esa amistad, nunca ha sido lo mismo. La confianza una vez que se pierde es irreemplazable. Me ha pasado con mi mejor amiga, me ha pasado con miembros de mi familia y me ha pasado con gente con la que ya no me hablo. ¿Que la confianza es un asco? Puedo afirmar que sí.

Pero la gente que me conoce bien sabe que si algo me importa de verdad, si algo me llena el corazón, o si simplemente se me mete una idea entre ceja y ceja, lucho todo lo que no está escrito por conseguir una respuesta. No me puedo quedar de brazos cruzados llorando mi pérdida teniendo la solución delante de mis narices. Quieta no se consigue nada. Es por eso por lo que sangro, sudo y me parto el alma para retomar viejos lazos y mantener un mínimo de atadura con esa persona. Y si para eso tengo que superar mis propios récords, mis miedos, mis metas, cruzar mar, tierra o destruir el mismísimo infierno, tened bien seguro que lo haré. 

Porque "un amigo es un tesoro", y yo soy una pirata muy tacaña.
jueves, 31 de julio de 2014 0 comentarios

Nuestro lago.

Corrí a refugiarme en mí misma. No sentía frío. No sentía hambre. La verdad es que no sentía nada. No sé cuánto tiempo estuve dormida, si horas, días o simplemente unos pocos minutos. Todo en mi mente estaba turbio, necesitaba despejarla. Volver a sentir un atisbo de luz en mi interior, sentirme viva.
Levanté un poco la persiana, lo justo para distinguir siluetas en la penumbra de mi habitación sin verme obligada a percibir el tono blancuzco de mi piel, para así rebuscar entre mecheros, cucharas y papel de aluminio aquello que me ataba a la vida, o mejor dicho, aquello que me alejaba un poquito más cada vez de ella.
Humedecí las yemas de mis agrietados dedos y comencé a buscar aquel billete que me conduciría a un destino incierto. Y ahí estaba. Una sonrisa, que parecía más bien una mueca, se me contorneó sobre mis delgados labios. O así era como los recordaba yo.
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No me acuerdo muy bien dónde me senté a morir. Cerré mis ojos, los párpados me pesaban. Estaba muy cansada después de encontrarme con mis demonios. La única compañía con la que contaba desde que salí por última vez de mi destartalado apartamento a encontrarme con aquel drogadicto que me mostró una visión diferente del mundo. Una visión más amena y llevadera.
Y ahí la vi. Estaba preciosa, tal y como la recordaba. Con su cabello color ceniza revuelto, su piel dorada por el sol que nos acompañaba siempre en verano, su vestido lleno de barro y su mirada divertida y traviesa. Una copia idéntica a mí. 
No se había percatado de que la estaba observando hasta que apareció nuestro pequeño Retriever corriendo como loco hacia mí. Y ella se unió. Entre risas acabamos los tres tirados en la fresca hierba la cual nos había visto crecer juntos, al lago del pequeño lago que nos pertenecía. Era nuestro paraíso.
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Y me desperté de golpe. Mi mano había rozado un hongo que descomponía una manzana a medio comer. Asqueroso. Aquel sueño me hizo querer volver a sentir la brisa del lago. Así que decidí adentrarme en aquel infierno de humanos del que estaba rodeada para cumplir mi último deseo. Andé cubierta con una sudadera, a pesar de que no había ya sol, durante media hora. Aún recordaba el camino. Y me paré en seco cuando percibí el rumor del agua muriendo en las orillas de piedra que encerraban el agua de nuestro lago. Todos aquellos recuerdos que pasé junto a mi hermana volvieron a mí. 
Cogí la barcaza que seguía amarrada a un poste. El color azul se había descascarillado con el paso de los años, pero por el resto, seguía igual. Incluso aún estaba nuestra manta de cuadros.


Sí. Allí era donde quería dejar de sufrir y esconderme de todo. Allí era donde quería reunirme de nuevo con mi alma gemela. Correr la misma suerte que ella, bajarme en su misma parada. Llegué al centro del lago y tiré los remos. Me cubrí con nuestra manta, aquella que nos había arropado tantas noches a las dos... Y me dormí. Esta vez, espero que para siempre.







jueves, 12 de junio de 2014 0 comentarios

Hello summer

Bueno, ya se ha acabado esto. Mi primer curso de bachillerato. Una de las razones por las que no he vuelto a escribir desde Marzo.


Aún me acuerdo del primer día que llegué. Instituto nuevo, clase nueva, profesores nuevos... Y yo asustadísima. Unas compañeras del anterior colegio, en el que pasé trece maravillosos años con maravillosa compañía, vinieron nuevas conmigo. Sólo me toco junto a una. Llegamos a nuestro aula, 1º A BTO, y nos sentamos. Las primeras seis horas típicas de hacer presentaciones y demás. Primer día. Primera semana. Primeros exámenes. Primer mes. Primera evaluación.



Ahora, nueve meses después, he notado un cambio notable en mí misma; tanto en mi forma de actuar, de pensar, como en mi aspecto. He madurado. Poco a poco sigo haciéndolo, convirtiéndome en mujer adulta y esperando serlo de la mejor forma posible. Mis creencias, ideologías y forma de ver el mundo han cambiado por completo. Nunca me habría visto a mí misma en una manifestación, luchando por mis derechos y los de todos los ciudadanos. Eligiendo por mí misma. Nunca me habría visto a mí misma afrontar situaciones en las que antaño pensaba que serían imposibles.

He superado muchas metas, aunque no lo parezca. He vivido intensamente situaciones que veía como muy lejanas.


Y aquí estoy, al fin descansando. Todo esto se ha acabado. Todas las personas a las que he conocido este curso, todas aquellas que han pasado por mi vida me han ayudado en todo momento. Bien sea para ponerme más obstáculos o para echarme una mano para quitarlos. Ahora llega verano. Verano.

La palabra es demasiado pequeña para todo lo que abarca. Fiesta, horas de sueño, tranquilidad, familia, amigos... Seis letras. 
domingo, 30 de marzo de 2014 0 comentarios

30 / 03 / 2014

¿Cuántas veces nos habremos acordado de una persona, a la que hace mucho tiempo que no vemos, o con la que no hablamos? ¿Cuántas de esas veces habremos preguntado por ella? ¿Cuántas habremos vuelto a contactar?
No debemos guardar los recuerdos, dejarlos aparcados en un rincón de la mente, esperando a que sean sacados de nuevo, o a acompañarlos de otros nuevos. Un simple saludo, una sonrisa, un '¿qué tal te encuentras?' cambia mucho las cosas. Pero lo que realmente cuenta es la despedida.
Me he arrepentido ya tantísimas veces de no decir adiós a gente a la que quiero, que ahora ya es demasiado tarde. No sé cómo superarlo, cada vez me siento peor y cuanto más lo recuerdo, más daño me hago a mí misma. Supongo que me lo merezco.


Águeda, nos conocimos durante... ¿ocho años? ¿nueve? ya ni me acuerdo. Eras como de la familia, y no te haces idea de cuánto te quería. Siempre estabas ahí y me cuidabas cuando estaba sola. Me hubiese gustado verte una última vez en persona, no ya en el tanatorio. Apenas se te reconocía. Pero fue culpa mía, por no preocuparme más por tu salud. Nos dijiste que te habías curado tú sola, y pensé que ya no volvería a tener ningún disgusto más acerca del tema, pero en cuanto me dijeron que habías fallecido...

Al principio no me lo creí, enserio. Cuando ya lo asumí, tampoco pensé que me iba a sentir tan mal, ya que había pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez. Pero insistí en ir a verte al tanatorio. Estabas tan cambiada... Llegué a casa y simplemente me desmoroné, no podía creerlo, estabas... ya no estabas.
Te quiero mucho, muchísimo, y no sé si lo llegaste a saber algún día. Realmente me hubiese gustado una despedida en condiciones, y haber asistido a tu funeral. Lo siento mucho.
Quiero que sepas que donde quiera que estés, te recordaré siempre con esa sonrisa tan grande que siempre llevabas puesta.
Águeda, te echo de menos. Cuida de mi abuelo.



Por eso os pido a todos vosotros, quienes leáis esto, que os paréis un momento a recordar a aquellas personas con las que no tenéis contacto, que les hagáis una llamada simplemente para ver cómo se encuentran. No os arrepintáis y lo dejéis para el último momento todo, como yo.



lunes, 6 de enero de 2014 0 comentarios

6 / 1 / 2014

"Ésta es una falsa. Qué mal me cae"
¿Cuántas veces habremos oído o dicho esa frase o similares? Obviamente sin conocer a la persona en cuestión. Yo, personalmente, muchas. Quizá más de las que debiese. Pero la mayoría de las personas hacemos lo mismo. Juzgamos antes de conocer.

Por mucho que la gente diga que no, que ellos no harían eso jamás, que va en contra de la sociedad... A esas personas aún no les he visto entablar una conversación con un hombre que viva en la calle, o un yonki, o gente ''mal vista'' socialmente hablando.


Si ahora mismo yo me pusiese a pensar en todas aquellas personas a las que prejuzgué y pensé mal de ellas, me faltarían dedos en ambas manos. Gente a la creía conocer que ahora mismo son completos desconocidos, gente con la que nunca pensé que llegaría a congeniar, gente a la que critiqué y luego se convirtió en mi confidente... Sinceramente me arrepiento de todo ello. Por eso últimamente me cuesta confiar y coger confianza en las personas. Por miedo a que con el tiempo cambie la forma de verles o de tener una idea sobre ellos.

No me gusta este cambio que estoy teniendo, pero simplemente siento que es necesario, que tengo que pasar por ello. Que sí, que muy bien, que estoy en plena adolescencia y chorradas que dicen los adultos ahora.. Pero es lo que me toca. A lo mejor en dos años también cambio de idea al respecto de esto. No lo sé, sinceramente. Simplemente no quiero pasar toda mi vida desconfiando de la gente que me rodea por miedo.


Reflexionad sobre esto, por favor, tanto si sois de los que juzgan antes de conocer como si sois de los que les da miedo conocer gente nueva.
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¿Por qué no bailamos?

Guardo tu cadáver en casa, para hablar con alguien cuando se apagan las luces, para oler la caducidad del amor, la ligereza de los años. 

El largo e idealizado recuerdo de momentos que fueron tan breves... 

¿No me cuentas nada esta noche? Sólo se oye el rumor de los gusanos en tu vientre... 

Te noto algo fría y rígida. ¿No, uhm, no habré dicho algo inapropiado, verdad? 


¿Por qué no bailamos?
~Txus Di Fellatio. Mägo de Oz. Celtic Land~
miércoles, 27 de noviembre de 2013 0 comentarios

Te echo de menos.

Aún no estoy lista para asumirlo. Aún sigo creyéndome que puedo pasar de todo, que lo he superado. Simplemente no quiero aceptarlo, La culpabilidad me corroe desde el último día que nos vimos. Lo imaginé, sabía que iba a pasar y me vi capaz de tomar aire y ver lo positivo. Cuando llegue ese día cambiaré, lo sé. 


Desperdicié nuestro tiempo;
ignoraba que venía.
Olvidé muchos recuerdos;
Ella también te quería.

Para mí eras infinito;
para ella, otro que se iba.
Sonreíste como un niño;
Ella también te quería.

No te asustaste, valiente;
mantenías mente fría.
Estabas sentado al frente,
sabías que Ella venía.

Le entregaste tu dolor,
fuiste a hacerle compañía.
Marchaste sin un adiós,
Ella al fin te tenía.

Te escribí esto porque pienso que es la única manera de mostrar lo que realmente pienso. De una manera muy ligera, y poco entendible para algunos. Tú eras muy inteligente, sé que vas a saber realmente lo que pienso acerca de todo esto.
Te quiero muchísimo, siempre te he querido, y espero que me perdones si alguna vez te hice pasar malos momentos o hacer que te preocupases por mí. Sé que ahora es tarde para todo esto, pero te lo digo de corazón aquí, ahora, porque no tuve el valor de hacerlo cuando tuve oportunidad.
Lo siento por todo, gracias.
Te echo de menos, abuelo.
 
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